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Desde Pina: el blog de Marisa Fanlo Mermejo

El que venga detrás, que arree

En política, como en la vida, hay veces que toca elegir entre varias opciones aunque no te guste ninguna. A mí, me ha pasado unas cuantas veces eso en estos cuatro años de alcaldía, pero ninguna me había llevado tanto tiempo como esta última. Una decisión que se resume en dos opciones:

  • No haces una obra que sabes que va a generar muchos gastos y problemas en el futuro si la llevas adelante, lo cual implica renunciar a más de 200.000 euros y pagar el proyecto ya adjudicado y realizado.
  • Haces la obra teniendo que usar el superávit presupuestario del año pasado, no cumples los plazos, no te dan la subvención y además dejas al Ayuntamiento incumpliendo el principio de estabilidad presupuestaria, con un plan económico financiero que hay que elaborar y con una obra que puede generar muchos problemas económicos y de funcionamiento a lo largo de los próximos años.

Como comprenderéis, la única decisión que podíamos tomar era la primera. Y ninguna otra opción surgió por parte de ningún grupo en la Comisión de Urbanismo recientemente celebrada.

Lo más fácil para alguien que haga política cara a la galería, esa política de quedar bien con todo el mundo, sería adjudicar la obra, aún sabiendo las consecuencias, y quien venga detrás, que arree. Sobre todo cuando ya tienes decidido que no vuelves a presentarte a la alcaldía y que ese marrón no te lo vas a tener que comer tú. Lo más difícil, pero a la vez lo más sensato para alguien que se preocupa de verdad por hacer las cosas lo mejor posible, es renunciar al dinero porque las cosas vale más hacerlas bien y pensándolas, que rápidamente y sin pensar en el futuro.

El origen del problema está en una solución que se dio hace más de una década a un problema de vertido precisamente sin pensar en el futuro: al redactar el proyecto de la obra de San Blas, hemos descubierto que la cota de vertido de la calle no da de sí para poder verter por gravedad en el pozo situado en el cruce de María del Ruste con la calle El Sol. Quienes arreglaron en su día la calle El Sol hicieron la conexión al pozo a mayor altura de la debida para tener ellos desnivel suficiente para evacuar, condenando a la calle San Blas a no poder ahora verter, en condiciones, a ese pozo. De hecho, se ha descubierto que esa calle tiene todas las tuberías en carga, llenas de aguas negras que no corren, con los riesgos que eso supone.

La única solución que nos dan para arreglar eso sin tocar otras calles es colocar un pozo de bombeo que cuesta no menos de 30.000 euros y que además no sería subvencionable, ya que al hacer la memoria valorada para solicitar la ayuda que DPZ nos concedió no se sabía que se iba a necesitar. Ese pozo de bombeo, según nos han explicado ingenieros de DPZ, debería ser la última solución a valorar, ya que suelen generar muchos problemas y muchos gastos de mantenimiento que serán ya fijos cada año para el Ayuntamiento.

El problema de fondo de todo esto: la necesidad de ampliar la red de alcantarillado de Pina, ya que a la calle San Blas llegan las aguas negras de todo el “Hogar cristiano” y de todas las calles paralelas a la de San Roque (“Villatocinos”), bajando luego por la calle El Sol hacia la plaza. Demasiado material para una zona con tantos problemas para su desagüe por la falta de desnivel.

Cada cual puede valorar esto como quiera, pero si se renuncia a un dinero es porque se puede perder mucho más que esa cantidad en el futuro; por sensatez y porque lo de dejar herencias envenenadas a quienes vengan detrás es cosa de otros. Aquí, no nos gusta eso y bastante lo hemos sufrido ya. 

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